La Comisión Europea concede un proyecto LIFE para recuperar los chopos de la Vega de Granada en España

Equipo ProPopulus

Dentro de su programa Acción por el clima y el subprograma de Mitigación del Cambio Climático, en su convocatoria 2020, la Comisión Europea ha concedido recientemente el proyecto LIFE Wood For Future «Recuperación de chopos Granada-Vega para impulsar la biodiversidad y el secuestro de carbono a largo plazo a través de bioproductos estructurales».

El proyecto, presentado por el consorcio integrado por la Universidad de Granada (Andalucía, España) como coordinadora del proyecto; la Universidad de Santiago de Compostela, Plataforma de Madera Estructural (PEMADE), (Galicia, España); la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE); la Diputación de Granada, (Andalucía, España) y la empresa de ingeniería ambiental 3edata, (Galicia, España) comenzará el 1 de septiembre y tendrá una duración de cuatro años.

Hemos conversado con Antolino Gallego, catedrático de Diagnóstico de Materiales y Estructuras de la Universidad de Granada, el coordinador del proyecto, para que nos explique el alcance, económico, medioambiental y social de este proyecto. LIFE Wood For Future «Recuperación de chopos Granada-Vega para impulsar la biodiversidad y el secuestro de carbono a largo plazo a través de bioproductos estructurales» pretende recuperar las plantaciones de chopo en la Vega de Granada, donde en los últimos 20 años se ha perdido aproximadamente el 85% de los árboles de esta especie con consecuencias importantes para la economía y la biodiversidad de la zona.

PPL –¿En qué consiste el proyecto LIFE Wood For Future «Recuperación de las alamedas de la Vega de Granada para la mejora de la biodiversidad y el secuestro de carbono a largo plazo en bioproductos estructurales»?

AG –Básicamente la Vega de Granada es una zona que, tradicionalmente desde hace más de 100 años, era rica en plantaciones de chopos para madera, cuyo destino fundamental eran las cajas de frutas y palés. Esas choperas se han ido perdiendo a un ritmo muy elevado durante las últimas dos o tres décadas, lo que ha traído como consecuencia una pérdida de los valores ambientales que proporcionan este tipo de cultivos, fundamentalmente biodiversidad y todo lo que implica deterioro de los acuíferos, de la calidad del aire y una menor absorción de CO2 con todas las implicaciones que tiene desde el punto de vista del cambio climático.

Este proyecto LIFE pretende poner sobre la mesa y realizar una serie de acciones para recuperar esas choperas. Esas acciones abarcan toda la cadena de valor: desde los productores, con acciones que fomenten el asociacionismo, la creación de viveros de plantas certificadas, valorización de los servicios ecosistémicos, entre ellos crear un sistema de medida del carbono absorbido y su venta por parte de los agricultores para generar renta, hasta la caracterización de la madera de chopo para fines estructurales, no sólo de cajas de frutas, sino darle valor añadido en productos de mayor valor económico y mayor innovación. Entre ellos, la apuesta de este proyecto son elementos estructurales basados en vigas laminadas encoladas de chopo para edificaciones mixtas de madera y hormigón. De esta manera reducimos la cantidad de hormigón que usamos en la construcción porque incorporamos parte de la solución estructural en madera. Así disminuimos la huella de carbono en la construcción que es una de las de mayor impacto medioambiental.

¿Qué ventajas tiene la madera de chopo con relación a otras maderas en su uso para este tipo de productos estructurales?

Fundamentalmente, las vigas laminadas que se usan en la península ibérica provienen de Centroeuropa. Son mayormente de conífera y mayormente de pícea, que es una conífera muy abundante, por ejemplo, en los Alpes. La ventaja del chopo frente a la pícea es que es de crecimiento rápido, mientras la pícea es de crecimiento más lento, con todas las implicaciones que eso tiene. El crecimiento rápido del chopo implica unas propiedades mecánicas menores que las de la pícea, menor densidad y menor módulo elástico. Para este proyecto hemos seleccionado clones que tienen ya implantación en España, que tienen unas propiedades mecánicas, especialmente en cuanto a módulo elástico, más altas que las de otros clones.

También el proyecto conlleva una parte importante, que es la de implantar una selvicultura modernizada en la zona de la Vega de Granada respecto de la que tradicionalmente se ha venido usando. Actualmente la selvicultura usada se basa en una falta del control clonal, sin plantas certificadas, con todas las implicaciones negativas que eso tiene, y con unos marcos de plantación muy cortos, incluso tres o cuatro metros. Eso da plantaciones de trozas muy delgadas. Otra parte importante que son las podas. Se trata de hacer una selvicultura que sea más moderna, más adaptada a la que se hace en otras regiones de España y en otras zonas de Europa de mayores marcos de plantación. Turnos de corta un poco más elevados, de diez u once años, contra los nueve de ahora, y unas podas de mayor calidad para que la madera sea mejor y con menos nudos. Para todo ello contamos con la experiencia y las plantaciones piloto que tiene el IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía) que es el que aporta y transferirá todo este conocimiento local de esta parte del proyecto.

Todo este trabajo de modernización de la silvicultura en la zona de la Vega de Granada, ¿cómo piensan implantarlo?, ¿cómo piensan vencer la resistencia al cambio?

Para eso hay dos herramientas. Una, son los casos de éxito en la zona. Para eso tenemos al IFAPA que tiene plantaciones piloto que demuestran que esa silvicultura funciona aquí. ¿Y qué significa funcionar? Pues que obtiene mayores rendimientos de madera y una madera de mejor calidad, que por lo tanto va a tener más compradores y contará con más posibilidades de venderse a precio mayor. Ese es el primer pilar. Si ese pilar, sobre el que lleva trabajando el IFAPA los últimos 10 o 15 años, falla, ya falla todo, porque el agricultor no va a arriesgarse.

El otro pilar es poner herramientas para que los agricultores vean que este tipo de silvicultura es rentable desde un punto de vista económico. Por ejemplo, planta certificada. El proyecto tiene una acción muy importante que es la implementación de plantaciones piloto, demostrativas. Para ello, una serie de agricultores tendrán parte de los gastos de las prácticas culturales financiada por el proyecto, durante sus cuatro años de duración. Eso hará que los agricultores entren al proyecto e implementen esa selvicultura. Les vamos a exigir que las plantas sean certificadas, porque estamos convencidos de que esa es la manera de conseguir una madera de mejor calidad, por ejemplo con el control de clones, para conseguir también una certificación forestal sostenible, que ahora mismo en Granada no existe. Esto va a desembocar en una mayor rentabilidad para los agricultores. Luego, una selvicultura que sea sostenible medioambientalmente. Que incorpore valores medioambientales, por ejemplo, que respete los márgenes y fomente la biodiversidad. ¿Cómo se le va a compensar esto a los agricultores? Pues, dentro del proyecto, pretendemos que los planes de la Comunidad Autónoma de Andalucía para la nueva PAC (Política Agraria Común) incorporen el chopo, pero que lo incorporen siempre y cuando se cumplan una serie de medidas agroambientales implementadas por los agricultores, que son las que exigiremos en esas plantaciones piloto. Si las plantaciones cumplen con esas medidas, entrarán en la PAC, y recibirán una subvención. Eso es muy importante para los agricultores y hará que el chopo vuelva a ser competitivo frente a otros cultivos como el espárrago, el ajo, etc. Eso va a ser una gran motivación.

Además, tenemos que transmitirle a los agricultores que si implementan esa silvicultura, con esos marcos de plantación y esas podas, su madera va a ser de mayor calidad y por lo tanto la van a poder vender más cara y va a servir para más productos que las cajas de madera, pasando por un contrachapado de más calidad con otros fines, y va a servir también para ese tipo de productos innovadores como las vigas laminadas para construcción. Con todo ello, los agricultores tendrán más posibilidades de venta de su madera.

Otra cosa que queremos transmitirles es que unirse en una asociación de productores es ventajoso y rentable para ellos, porque van a poder vender lotes de madera y defender los precios frente a intermediarios o compradores que ofrezcan menos dinero. Y también porque asociarse les va a permitir obtener a un precio más competitivo una certificación forestal sostenible grupal. Asociarse es implementar de manera común a todos los miembros de la asociación una gestión forestal sostenible.

¿Qué respuesta prevén a todas estas ideas?

Durante la preparación de la candidatura tuvimos que entrar en contacto con los agricultores y transmitirles todas estas ideas para contar con su apoyo previo y que la Unión Europea vea que hay partes interesadas detrás. Muchos de ellos ya han visto que las propuestas de este proyecto es el camino correcto. Incluso algunos de ellos han visto que exigir planta certificada, supone una oportunidad de negocio en cuanto a viveros certificados. De hecho, incluso antes de que comience el proyecto, ya se han puesto en marcha dos viveros de planta certificada en la zona que serán de gran utilidad para las plantaciones piloto, las cuales ya usarán material vegetal de kilómetro 0. Esto demuestra que los agricultores perciben este proyecto como el camino correcto.  

¿Desde el punto de vista de la industria qué acogida ha tenido esta iniciativa?

Por ahora la acogida ha sido fría. Esa es la parte más compleja. La industria ahora está pasando por un bache importante. La demanda de madera por parte de la industria supera con creces a la oferta que hay en España. Es una problemática general para toda la industria y en especial para la de Granada. Y, además, con unas previsiones negativas para los próximos tres o cuatro años. Dicho esto, la industria sí que ve con buenos ojos un proyecto que fomente las plantaciones porque van a disponer de madera para dar continuidad a su actividad industrial, pero ve con ciertas reticencias aunque con expectación los nuevos productos que se pueden desarrollar en el marco de este proyecto. Pero eso es justamente lo que pretendemos con este proyecto: romper el hielo. Es decir, pretendemos que el proyecto sea un motor para inversores que implanten una industria local que permita desarrollar estos productos. Para eso debemos aumentar las plantaciones, para que haya suministro, y dejar el producto cerca del mercado con marcado CE, de manera que el inversor lo vea todo muy claro y como una oportunidad de negocio.

En la Vega de Granada la situación de la industria es muy alarmante porque sólo quedan dos industrias de desenrollo de chopo en la zona.

Un estudio publicado recientemente por la Universidad de Granada señalaba que había desaparecido el 85% de los chopos en la Vega de Granada en las últimas dos décadas. ¿Cuál es la razón de esta merma y en cuánto tiempo y en qué medida se podría recuperar?

La razón es que han dejado de ser rentables frente a otros cultivos como el espárrago, el ajo y el maíz, que son anuales, por lo que el agricultor recibe una renta anual frente a una renta cada diez años. Pero si el agricultor ve una rentabilidad clara, volverá a plantar chopos. ¿Las posibilidades de recuperación? Nosotros con que se llegara al 60% o el 70% de lo que había en su momento ya estaríamos contentos, pero el actual inventario de choperas realizado por la Comisión Nacional del Chopo, indica que Andalucía en su conjunto, pero fundamentalmente la provincia Granada, puede llegar a tener 45.000 hectáreas aptas para el cultivo de chopo. Sería aspirar a mucho, pero ahí está el dato. Son datos objetivos. Y el sentimiento es que cuando el cultivo es rentable la gente vuelve a plantar. Y eso ya está pasando, no por este proyecto LIFE que no ha comenzado, sino porque el precio de la madera ha aumentado debido a la escasez de madera. Como consecuencia, este descenso tan brutal en las plantaciones se detuvo hace un par de años e incluso ya está aumentando. Lentamente, pero está aumentando. Pero, claro, no es porque se haya innovado, sino porque hay más demanda de materia prima y ha subido el precio. Es una situación coyuntural. No queremos que vuelva a pasar lo que ya ocurrió, que cuando baje el precio otra vez, vuelvan a bajar las plantaciones.  En definitiva, hay que proporcionar herramientas para la estabilidad. Y estas herramientas están del lado de la innovación en el sector a lo largo de toda la cadena. Como dato, en el pasado había en la Vega de Granada 300 empleos directos en la industria del desenrollo de chopo y ahora hay sólo dos empresas, y puede haber unos 30 empleos.

¿Qué acogida ha tenido en la industria de la construcción la posibilidad de utilizar chopo como elemento estructural?

En general, hay un boom del uso de la madera en la construcción. Un boom que viene desde el norte de Centroeuropa y que ha España ha llegado por el norte y al sur ha llegado más debilitado pero va in crescendo. Uno de los objetivos de este proyecto es impulsar un cambio de paradigma en la construcción hacia una construcción más sostenible de menor huella ecológica, de menor huella de carbono.

En general el sector de la construcción ve el chopo como una especie de bajas propiedades mecánicas, baja durabilidad y poco apto para su uso estructural. Ese es un mantra que sigue estando ahí, pero que está basado en un concepto básico que es el de madera serrada. La apuesta es ofrecer productos tecnológicos, es decir, madera técnica. El contrachapado lo es, un producto tecnológico de primera calidad, y los productos que nosotros queremos poner cerca del mercado también lo son. Ese proceso industrial al que se somete la madera para convertirla en madera técnica le confiere mayores propiedades mecánicas al material. Si eso lo unimos en una solución mixta madera-hormigón, la responsabilidad estructural no recae solo en el chopo, sino también en el hormigón.  

La apuesta estratégica de LIFE Wood for Future es alinearnos con la industria del hormigón para tratar de romper con todos estos mantras negativos del uso del chopo, y de la madera en general en construcción, y entrar por la puerta grande de la mano del material estrella de la construcción que es el hormigón. Creemos que es una alianza que puede ser muy positiva.

En términos de la población de la Vega de Granada ¿Qué impacto esperan que tenga este proyecto en la población de la zona?

La Vega de Granada es un especio muy antropizado, con mucho impacto del ser humano, con mucha agricultura muy diversa pero también afectada por el crecimiento urbanístico. Hay que conseguir salvar este espacio, que es muy complejo, donde tiene que convivir el medioambiente con los seres humanos, que somos parte del medioambiente, pero somos tremendamente agresivos. Y en esta convivencia es donde aparece este proyecto. Tenemos que recuperar valores ambientales que hemos perdido con la pérdida de las choperas.  Esperamos un impacto medioambiental alto si recuperamos las choperas y también un impacto económico, en el sentido de tratar de volver a esos 300 empleos verdes. Y luego un impacto social, queremos tener un impacto social, que la gente se identifique con las choperas y la recuperación de los valores de la Vega de Granada.

El proyecto además realizará una acción de enorme interés medioambiental y social. Restauraremos 2 km de la ribera del río Dílar, usando especies autóctonas de chopo y de otros árboles y arbustos. Para ello, además de contar con el conocimiento del IFAPA, contaremos con el conocimiento, las ganas y el voluntariado de dos asociaciones con gran arraigo en Granada, Salvemos La Vega-Vega Educa, y Asociación de Árboles Contra el Cambio Climático (ACCC). Se pretende que la restauración de esta ribera, altamente degradada, sea además espejo para otras actuaciones similares en la provincia. También contaremos con una evaluación de la influencia de las choperas y la restauración de la ribera en la mejora de la biodiversidad animal, que realizará el Departamento de Zoología de la Universidad de Granada incorporando también una iniciativa de Ciencia Ciudadana.

Si bien la Vega de Granada no es una zona eminentemente rural, sí que hay otras zonas de Granada que lo son, en la zona norte, y ahí sí creemos que este proyecto por réplica y transferibilidad puede tener un impacto sobre el desarrollo rural y la creación de riqueza para evitar la despoblación en esta zona, donde sí que es muy evidente.

¿Por qué el chopo?

El carbono se puede absorber por vía aérea, en el propio árbol, o por el suelo. El chopo, como tiene un crecimiento muy rápido, tiene una tasa de absorción por la vía aérea muy elevada, entre 15 y 30 toneladas por hectárea y año. Mucho más elevada que otras especies. En la zona de Granada como el crecimiento es todavía más rápido porque tenemos agua procedente de Sierra Nevada y muchas horas de sol y una tierra de muy buena calidad, la tasa de absorción es todavía mayor. En documentación de la Junta de Andalucía se habla de una tasa en la Vega de Granada por hectárea y año de 30 toneladas, que es muy elevada.

Pero el proyecto no sólo absorbe carbono. También fijamos carbono a largo plazo. Una caja de frutas tiene una vida útil muy corta, varios meses. Pero un producto estructural tiene una vida de varias décadas, por lo que ese carbono que hemos absorbido lo estaríamos fijando durante muchísimas décadas, con un alto impacto en la mitigación del cambio climático.

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