Equipo ProPopulus
Los servicios ecosistémicos son los todos aquellos beneficios que la naturaleza brinda a la sociedad y hacen posible la vida humana. Se dividen en beneficios directos e indirectos. Los directos son, por ejemplo, la provisión de alimentos nutritivos y agua limpia, llamados «servicios de aprovisionamiento», o la regulación de características tales como inundaciones, degradación del suelo, desecación, salinización del suelo, plagas y enfermedades, denominados “servicios de regulación”. Los beneficios indirectos son aquellos que se proporcionan a través del funcionamiento de los procesos de los ecosistemas que producen los servicios directos («servicios de apoyo»). En resumen, los beneficios del ecosistema ayudan a la sociedad humana al regular las enfermedades y el clima, facilitan la polinización de los cultivos y la formación del suelo y brindando además beneficios recreativos, culturales y espirituales.
Según la FAO «a pesar de tener un valor estimado de 125 billones de dólares, estos activos no se toman en consideración de manera adecuada en la política y en las políticas económicas, lo que significa que hay una inversión insuficiente en su protección y gestión».
Como respuesta, los proyectos que proponen el Pago por Servicios Ecosistémicos (PES) están aumentando en todo el mundo. La idea detrás del PES es, esencialmente, pagar a los propietarios por proteger sus tierras con el fin de garantizar la provisión de algún «servicio» prestado por la naturaleza. El Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED) define a los PES como “pagos a agricultores o propietarios de tierras que han acordado tomar ciertas medidas para administrar sus tierras o cuencas hidrográficas para brindar un servicio ecológico. Como los pagos brindan incentivos a los propietarios y administradores de tierras, el PES es un mecanismo basado en el mercado, similar a los subsidios e impuestos, para alentar la conservación de los recursos naturales”. Los programas de PES son una herramienta cada vez más popular de conservación y manejo de recursos en los países en desarrollo.
Los pagos son efectuados por los beneficiarios de los servicios ambientales, como, por ejemplo, los usuarios del agua y las compañías hidroeléctricas. En otros casos, los gobiernos nacionales o locales pagan en nombre de sus ciudadanos, que son beneficiarios indirectos.
Últimamente, el papel del sector privado está creciendo entre los proyectos de PES y, pese a que el sistema tiene detractores que señalan que es moralmente incorrecto poner un precio a lo que la naturaleza proporciona, investigadores y expertos en el tema, como Mark Reed, están convencidos de la necesidad de hacerlo: «Del mismo modo en que estamos preparados para poner una cifra al valor económico de una fuerza laboral saludable sin poner un valor a una vida humana, no veo ninguna contradicción entre creer en el valor intrínseco de la naturaleza y valorar los servicios proporciona».
Tiene sentido. Nosotros, los humanos, dependemos de ecosistemas saludables para purificar el aire, almacenar CO2, mitigar el cambio climático, tener agua potable limpia o polinizar nuestros cultivos para no pasar hambre. A medida que la población mundial sigue creciendo, también lo hace nuestra dependencia de los ecosistemas saludables para proporcionar lo esencial para nuestra supervivencia.
Como afirma el experto en medio ambiente Toni Anderson: “La valoración y evaluación de los Servicios Ecosistémicos es una forma de ayudar a que esto suceda. Al comprender claramente su valor, podemos tomar mejores decisiones basadas en la información, sobre cómo administrar nuestro entorno para garantizar que este valor no se pierde».